¿Qué haces si tu mujer secuestra a tus hijos? Es la pregunta que se hizo el autor cuando en 2003 volvió a su casa en Escocia tras un viaje a Londres por trabajo y se encontró la casa en silencio, vacía y cerrada. Los pijamas de sus hijos de cuatro y seis años estaban tendidos en el suelo de su habitación. Y en el felpudo de la puerta la confirmación de correos de que reenviarían el correo posterior a Japón. Desde entonces no los ha visto. Pero este libro es mucho más que el relato personal de una pérdida repentina y el intento desesperado de un hombre por encontrar a sus hijos. Galbraith al mismo tiempo aborda cuestiones profundas como quiénes somos en realidad y cómo nos tratamos unos a otros, aparte de lo que significa un matrimonio y las diferencias culturales. Estamos ante un viaje provocador a través de un territorio complejo y controvertido: rapto de niños, convenciones internacionales, odio, diferencias culturales en conflicto. Es una memoir pero también una llamada a las armas, pues no te deja indiferente y provoca un debate pues aunque hay muchos libros sobre maternidad no hay nada comparable desde el punto de vista del padre. Se mete de lleno en las relaciones entre padres e hijos, hombre y mujer, y entre razas, hasta llegar a lo que de verdad significa estar vivo. La narración sobre su dolorosa experiencia está interrumpida y completada por referencias bíblicas, reflexiones sobre el papel protagonista de la madre o sobre cómo ciertos padres llegan a matar a sus hijos en aras de sus creencias religiosas o políticas.