El Vikingo, un viejo ex luchador profesional que quiere demostrar a sus superiores en la policía que sigue siendo un tipo duro capaz de cumplir todos los encargos, sale con otros compañeros con la misión de llevar a los calabozos del Palacio Negro a unos jóvenes sospechosos. Al día siguiente, una criada, María Elena, acude a servir por primera vez a casa del nieto recién casado de su antiguo patrón, y se encuentra con que no hay nadie para recibirla. Tras preguntar a los vecinos y recibir llamadas cada vez más alarmadas de la familia, María Elena intuye que la desaparición de Albertico y Brita encubre algo muy grave. Necesita echar mano de un viejo conocido suyo en la policía, del que recuerda que trabajó vigilando a su patrón y que la había cortejado a ella. En sus inocentes pesquisas, María Elena presencia salvajes detenciones y es testigo de los altercados de grupos subversivos, entre cuyos encapuchados reconoce fugazmente a alguien familiar. Su preocupación se tornará angustia en cuanto se pregunte también por el paradero de su hija y de su nieto.