El gol que marcó Iniesta en la final de la Copa del Mundo hizo felices a millones de personas. Desde aquel momento el fútbol se convirtió, de una manera extraordinaria, en la metáfora de lo que queremos ser. Todos alzamos los brazos no sólo como manifestación de alegría, sino como si quisiéramos alcanzar un ideal, unos valores, una forma de ser que el deporte pone ante nosotros. Cada cual tiene que elegir qué valores quiere que conformen su vida. En esa tarea tan personal como decisiva, el fútbol, y el deporte en general, viene a echarnos una mano, porque en cada partido se dan cita las diferentes actitudes humanas. El fútbol es una metáfora de la vida, se parece tanto a la vida que reflexionar sobre él puede ser una forma de aprender a vivir.