Madrid, 1923. En mayo se inaugura el Stadium Metropolitano, un campo de fútbol con capacidad para 23.000 espectadores y en octubre el Monumental Cinema, una sala capaz de acoger a 4.000. El ocio de masas ha tomado la ciudad. La población dispone de más tiempo libre y se multiplican los partidos de fútbol y las corridas de toros. La música, a través de la zarzuela y la revista, está más presente que nunca en la vida cotidiana, gracias a la difusión que le proporciona la radio. Se construye la Gran Vía, con sus cines y sus modernos locales. El nuevo ocio desata tensiones entre los empresarios, como demuestran la profesionalización del fútbol y el control de los cines por las multinacionales. Al mismo tiempo la población reclama su derecho a participar en la vida pública. Los madrileños se divierten a la vez que alcanzan cotas de participación política nunca vistas. La consolidación del ocio de masas viene acompañada de la conquista de la democracia y ambas actividades conviven hasta 1936.