Cuando en 2008, tras la quiebra de Lehman Brothers, estalló en Estados Unidos la crisis financiera que desembocaría en la actual crisis económica, muchos pensaron que era el final de treinta años de políticas neoliberales. Sin embargo, lo que los hechos posteriores han puesto en realidad de manifiesto ha sido la consumación del proceso de declive de la socialdemocracia, un proceso cuyo examen resultará de gran utilidad para entender las causas de la crisis y la razón de las políticas instrumentadas, incluso por gobiernos socialdemócratas. A partir del inicio de la década de 1980, a medida que desaparecía el mundo bipolar, las bases del estado socialdemócrata empezarían a diluirse. El capitalismo cerraba el paréntesis abierto por la Primera Guerra Mundial y retomaba con brío el camino de la globalización lo cual otorgaría una enorme influencia al ámbito de la economía sobre la política democrática. Ante esta realidad, los partidos socialdemócratas optaron por ir cambiando su discurso reforzando sus sectores más liberales y relegando los de tradición obrera, al tiempo que adecuaban sus políticas. Ese dominio creciente del mundo económico resultaría fatal para el equilibrio social. La renuncia del estado a jugar como contrapeso de una economía en clave neoliberal, sería causa de un fuerte aumento de las desigualdades de renta y riqueza, de una mayor inestabilidad económica y, desde luego, de una menor calidad de la democracia. Todas estas debilidades acumuladas, han aflorado con la actual crisis económica y las políticas dominantes, orientadas a reducir los costes de la mano de obra, son consecuencia de esa nueva relación de fuerzas.