El autor aborda una serie de temas fundamentales para una vivencia plenamente cristiana de la juventud: el matrimonio, la relación con los demás, la familia, los hijos... - Vivimos en una sociedad que no es la de hace cuarenta años, sino la de 2011, donde la Iglesia es una institución, con su importancia, pero no la única; necesitamos jóvenes valientes para afrontar los cambios que la Iglesia tendrá que dar en estos años. - Una generación que se caracteriza por la fragilidad afectiva, y en la que se constatan importantes carencias espirituales, necesita con urgencia el encuentro con la fe, el motor de la vida.