Desde la azotea de su casa, el protagonista de Montedidio avista, bajo las hileras de ropa tendida, casi toda Nápoles. Ése es su refugio, al aire libre, donde intima con su primer amor, Maria, y donde ejercita el lanzamiento, imposible y final, del bumerán que le regaló su padre. A través de las vivencias que va anotando en los trozos de papel que le regala el impresor del barrio, don Liborio, conocemos sus primeros pasos en el mundo adulto, trabajando como aprendiz en un taller. Empieza a vivir, a sentir el amor y la tristeza de la pérdida, a valorar la amistad y las reflexiones de un anciano zapatero al que despuntan unas alas bajo la joroba...