Ronald Dworkin es uno de los principales representantes de la filosofía jurídica anglosajona. Crítico implacable y puntilloso de las escuelas positivistas y utilitaristas, Dworkin -basándose en la filosofía de Rawls y en los principios del liberalismo individualista- pretende construir una teoría general del derecho que no excluya ni el razonamiento moral ni el razonamiento filosófico. En este sentido Dworkin es el anti-Bentham en tanto considera que una teoría general del derecho no debe separar la ciencia descriptiva del derecho de la política jurídica. Por otra parte -y también frente a Bentham que consideraba que la idea de los derechos naturales era un disparate en zancos- propone una teoría basada en los derechos individuales, lo cual significa que sin derechos individuales no existe "el Derecho". La obra de Dworkin ha originado una polémica muy importante que ha trascendido más allá de los círculos académico. Las tesis de Dworkin han tenido más detractores que seguidores. Un lector imparcial se encontrará con la paradoja de que sus críticos le hayan dedicado tanta atención y, sin embargo - si se atiende al contenido de sus críticas-, sostengan que no merece la pena tomárselo en serio. Es muy posible que la paradoja se más aparente que real porque la filosofía jurídica de Dworkin constituye un punto de partida interesante para la crítica del positivismo jurídico y de la filosofía política liberal sobre unas bases más sólidas, progresistas e igualitarias. Todo ello explica el impacto de su obra en el marco de la filosofía jurídica actual.