Manlio Graziano nos muestra, mediante un análisis profundo y con una gran claridad expositiva, la estrategia concebida por la Iglesia para convertirse en uno de los principales actores de las relaciones internacionales del siglo XXI. El libro reconstruye y examina las principales etapas a través de las que, desde el Concilio Vaticano II, se ha ido fraguando una estrategia deliberada cuyo objetivo es situar la religión en el centro de la vida pública, a través de un discurso que pone especial énfasis en asuntos como la familia nuclear, los anticonceptivos, el aborto y la homosexualidad, así como también en cuestiones relacionadas con la inmigración. Además de insistir en el carácter moral de estas cuestiones, la Iglesia también ha ofrecido algunas respuestas a la polifacética «crisis de la modernidad» que le han permitido detener su declive (cuyo origen se remonta aproximadamente dos siglos atrás). Asimismo, la intransigencia de la Iglesia a propósito de esos temas explica que haya sido posible proponer a otras grandes religiones del mundo lo que Benedicto XVI bautizó como «alianza entre occidente y el mundo musulmán». Y gracias a 2.000 años de historia, a su red global y, sobre todo, a su rígida jerarquía, muy posiblemente la Iglesia católica asuma en las próximas décadas el papel de «agente moral», tanto en el seno de los Estados como en el ámbito internacional.